dijous, 2 de juliol del 2009

Triatló de Donosti 09

Jose-te gaudint de la cursa a peu... :-)
Crònica de Jose-te

Antes que nada, felicitar a Dani por la crónica de la travessia Vilanova y la impagable imagen adjunta. Me ha llegado al alma. Auténtico freakismo deportivo, y ya se sabe: uno suele sentir una cierta inclinación irracional hacia sus semejantes. Me la pongo de fondo de escritorio.

Y ahora permitidme haceros una breve crónica del triatlón de Donosti 2009 del pasado domingo, para seguir con los expedientes X.

Me ceñiré a lo estrictamente relevante, ya que ya sabéis cómo van estas cosas: nadar, bicicleta y correr, asuntos sin ningún misterio que además en mi caso no suelen generar demasiado interés para el público en general.

Para mí este año lo más difícil, sin duda y de largo, ha sido meterme dentro del neopreno.

Durante los últimos meses he visto con perplejidad cómo el cosmos se encogía a mi alrededor. Ya sé que algunos pensaréis que he sido yo el que se ha ensanchado, pero sólo un observador externo al sistema observado podría determinarlo objetivamente, y ya puestos a utilizar un punto de vista subjetivo, yo prefiero pensar que es el mundo el que se achica. Y junto con el mundo, evidentemente, también mi neopreno Quintana Roo que compré cuando tenía un 10% menos de masa corporal.

El caso es que, como siempre, llego justito de tiempo a boxes, lo preparo todo, y empiezo la operación de embutirme dentro de mi Quintana Roo. Me embadurno de vaselina como para abastecer a todas las celebraciones del orgullo gay que ha habido este fin de semana y empiezo con la pierna derecha. Uso el truco de la bolsa del Caprabo que me enseñó Manel y, de momento, sin problemas. Voy a por la izquierda y después de un equilibrio extraño consigo encauzarla. Tiro con fuerza para arriba y me doy cuenta de que para acoplarme bien el paquetito tengo que tirar tanto de las perneras que casi se me quedan las rodillas al aire. No pasa nada: tronco inferior resuelto y a por el brazo derecho. Resulta más fácil de lo que pensaba. Con el izquierdo la cosa se complica. Casi me descoyunto el omóplato pero consigo meterlo finalmente con alguna dificultad. De esta guisa oigo que faltan cinco minutos para que den la salida. Tengo la movilidad muy reducida pero me pongo en marcha hacia la playa, con las gafas y el gorro en la boca, dando pequeños saltitos y con los brazos en alto. Tengo que encontrar a alguien que me cierre la cremallera. No va a ser fácil, y no me refiero tanto a encontrar a este alguien, sino a que este sujeto en cuestión, sea quien sea, consiga hacerlo. La gente hace como si no me viera cuando paso a su lado, temiéndose que les encomiende tan ardua tarea. Me acerco a un juez. No le queda más remedio que atenderme. Quedan cuatro minutos. Resopla cuando se da cuenta de la situación. "Ostia chaval pero dónde vas con esto". Tres minutos y no hay manera. Dos palmos largos separan los dos extremos de la cremallera. Parece imposible. "Mete panza chaval". Meto panza pero no mejora la cosa. Vienen dos jueces más. Imposible. Se acercan los dieciocho miembros del equipo de remeros de la trainera de Zumaia que están entrenando por la zona y entre todos consiguen que los dos lados de la cremallera se acerquen algo. Están sudando la gota gorda. Dos minutos. "Suelta aire y mete panza, ostia pués". Por fin se produce el milagro. Se juntan los dos lados de la cremallera. Oigo cómo entra el deslizador pero justo en ese momento necesito inhalar aire después de un minuto sin hacerlo y todo se va al garete. "No me joooooodas". Los oigo maldecir a mis espaldas. Un minuto. Repetimos la operación, ya sin los jueces que se han ido hacia la salida abandonándome a mi suerte. Esta vez ponemos todos aún mayor empeño y ya al borde de la asfixia oigo cómo el deslizador corre hasta el final. Me despido de los remeros que continúan maldiciendo. Llego a la orilla justo cuando dan la salida. Apenas puedo moverme pero me lanzo al agua con decisión y confío en que las corrientes marinas hagan el trabajo por mí. Esta suele ser mi táctica en mar abierto para el sector de natación, así que a partir de aquí basta con mantenerse a flote.

Para el recorrido en bici han eliminado la primera subida a Igueldo por el parque de atracciones. También hay cambios en la carrera a pie, pues ya no se llega al Ayuntamiento, dando tres vueltas por la zona de Ondarreta. Se nota menos ambiente que otros años, ya que parece ser que la aristocracia donostiarra está ya hasta el gorro de pruebas deportivas los domingos en La Concha. También hay que tener en cuenta que el calor fue asfixiante y es de entender que la gente prefiriera irse a la playa que animar bajo un sol de justicia, muy poco habitual en estas latitudes.

Al final 2:39' que es la mejor marca de mis seis participaciones en Donosti, no sé si por lo más corto del circuito de bici o porque las corrientes marinas me fueron favorables.

Mucha suerte a todos en Pont de Suert. Me hubiera gustado mucho estar ahí con vosotros, pero asuntos de vital importancia para la supervivencia de la humanidad me han obligado a ausentarme esta vez.

Hasta pronto.
Jose(te).